Por Edward Torres Ruidiaz. Economista Especialista en Finanzas Públicas, Docente y Catedrático. ExCandidato a la Alcaldía de El Banco-Magd. en la Consulta del PCC.
Gran parte del deterioro del río Magdalena se ha dado por el ordenamiento territorial hecho a sus espaldas y una forma para que Colombia salde esa vieja deuda es crear un nuevo Departamento en la Depresión Momposina, como anoté en mi articulo Municipio busca Departamento que lo quiera, publicado en estos días en la prensa regional e Internet.
A pesar de que el río Magdalena atraviesa completamente el país y que el 75% de los municipios están en su cuenca, solo dos de las treinta y dos capitales departamentales quedan a su orilla.
Lejos del río y aprovechando las ventajosas competencias que la ley les daba en materia de transporte, cada departamento buscó integrar a sus capitales a la red nacional de carreteras, excluyendo al río Magdalena de las políticas de transporte del siglo veinte.
El río Magdalena apenas era un lejano referente geográfico, socioeconómico y cultural para Bucaramanga, Medellín, Bogotá, Ibagué, Manizales, Medellín, Santa Marta y Valledupar, ciudades donde precisamente se estaba decidiendo el desarrollo del país. Barranquilla, la única con espíritu fluvial, también decidió darle la espalda al río e integrarse a la tendencia terrestre y marítima de la economía nacional. En la práctica el río quedó cada vez más lejos de las decisiones presupuestales departamentales y nacionales que, al menos, mantuvieran su importancia en la vida nacional.
Mientras en sus países los ríos de La Plata, Danubio y Missisipi aún constituyen un eje de desarrollo socioeconómico, ambiental y cultural, en Colombia el río Magdalena quedó relegado a simple arteria comunicante de alejados municipios intermedios y estancados caseríos, los cuales a su vez también eran victimas del centralismo de las Capitales marítimas y andinas. Fue la planificación ceñida a la ‘economía del ombliguismo’, como anotan Aníbal Martínez Zuleta y Alfonso Araujo Cotes.
Colombia diseñó un río para separar poblaciones, no para unirlas. Tanto, que a lo largo de su recorrido es usado como limite municipal y departamental. Apenas con cruzar su orilla, cambian los gobernantes y con ello los intereses y las políticas, dificultando la gestión de proyectos en su favor.
Aunque se crearon figuras administrativas como Cormagdalena, ésta carece del matiz cultural que significa el diario vivir a orillas del río y sus decisiones aún siguen en las Capitales. También se creó la transferencia municipios ribereños, la cual hasta hace un año era de libre inversión, es decir se gastaba en todo, menos en el propio río.
Hoy en día nos damos golpes de pecho ante lo que hemos construido y por la evidencia de estar desperdiciando un recurso invaluable y en otras partes apreciado.
Un nuevo Departamento, con una capital eminentemente ribereña como El Banco, daría un impulso definitivo al río Magdalena, con situaciones prácticas que en el orden actual nunca serán posibles. Por ejemplo, los programas prioritarios del Presupuesto del nuevo Departamento apuntarían a políticas sostenibles de producción pesquera, protección y recuperación de riberas y humedales, es decir el cuidado del río con impacto sobre el empleo y el crecimiento económico. En Educación haríamos énfasis en el cuidado del agua. La Prevención de Desastres apuntaría a reubicaciones de vivienda y no a la eternizada atención de damnificados. Dedicaríamos recursos a la construcción de vías perimetrales a los cuerpos de agua para evitar la invasión de sus orillas. Los actuales departamentos apenas dedican pequeños apartados a este tipo de programas. Sin duda el gran beneficiado sería el río Magdalena.
Y no solamente ganaría el río. Colombia ganaría competitividad en transporte y garantizaríamos las reservas de agua para las futuras generaciones, entre múltiples beneficios.
No es un tema inédito. Las solicitudes de ordenamiento territorial contemporáneas están en la Depresión Momposina. En ninguna otra región de Colombia es tan evidente y ha sido tan aplazada esta necesidad que una vez ya tuvo vida con la efímera Constitución del General Reyes en 1908.
La encuesta adelantada en http://www.elbancomagdalena.blogspot.com/ muestra que el 100% de los Banqueños no quiere seguir en el Magdalena y el 50% prefiere crear un nuevo departamento con El Banco como capital. El sur de Bolívar también está cansado de la lejanía interplanetaria de Cartagena.
No será fácil por la tendencia centralista del gobierno nacional. Pero es necesario. A menos que realmente tengamos por objetivo asistir dentro de treinta años al sepelio definitivo de nuestro río Magdalena.
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