A Nivel regional la crisis social y económica del departamento del Magdalena es diciente, refleja el olvido, el abandono, la desidia, la indiferencia y la corrupción que sume a la mayoría de los habitantes por debajo de la línea de la pobreza.
Algunos vaticinan el desaparecimiento de muchos municipios y la necesidad de que el departamento se desmembré y sean anexados sus territorios al Cesar y al Bolívar, un numero importante de ciudadanos y lideres comunitarios de El Banco propone la creación de un nuevo departamento o en su defecto la anexión al Cesar, como quien dice la piragua se va con su música para otra parte.
Según el DANE la población del departamento asciende a 1.218.836 habitantes, su contribución total al PIB es de 1.3 aproximadamente, mientras que en el país el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) es de un 27 % en nuestro departamento esa cifra se eleva a un 47.6 % y en lo rural a un escandaloso 65%, el Índice de desarrollo humano (IDH) en el magdalena tan solo es de 0.735 que es bajísimo comparado con el de Bogotá que asciende a (0.825) que se acerca al de un país desarrollado.
La participación Política en el Magdalena es escasa, el desarrollo humano es precario, la ausencia de recursos alarmante y el desfalco a las arcas publicas vergonzoso, esto se traduce en los pobres resultados en Salud, Educación, Vivienda, Alimentación, Seguridad, Inversión y Competitividad, los índices de crecimiento del Magdalena apenas esta por encima de los presentados por países del África Subsahariana , los esfuerzos del sector oficial, la empresa privada y la sociedad civil son insuficientes, no se ha sido posible en este departamento efectivizar los escasos recursos y priorizarlos urgentemente en las áreas más sensibles, tenemos mucho por hacer y contamos con poco, los precarios recursos o no se destinan o se destinan mal.
Pensamos que la respuesta a tan desolador panorama, no es la simple crítica destructiva, resignarse a la anexión o crear nuevos departamentos. Para qué un nuevo departamento si las causas objetivas del bajísimo nivel de crecimiento siguen intactas, el problema consiste en la indiferencia de las fuerzas vivas de la región que no han entendido la necesidad de que se incentive la participación política en todos los niveles y que las autoridades locales promueva un efectivo control social sobre la ejecución de los pocos recursos con que se cuenta, el rechazo absoluto a las practicas clientelistas que promueven la violencia y nos etiqueta como un departamento fértil para la creación y acción de grupos al margen de la ley, también se hace indispensable una revaluación de las políticas publicas que reducen a la promoción del turismo las poquísimas ayudas del gobierno central y remotos convenios con inversionistas extranjeros, el turismo que afecta positivamente a Santa Marta no responde a tantas necesidades en el resto del departamento, seguramente con ayuda financiera y con una participación y un control más activo de la ciudadanía magdalenense nuevas políticas publicas, nuevos proyectos, y mejores resultados se podrían alcanzar, la inversión de la mano con la educación y la participación son la única esperanza de reanimar a este postrado departamento de Colombia que hoy por hoy es un moribundo sin dolientes, una tierra de nadie que pareciera no importarle a nadie.
Pero si nos duele, y de nuestro compromiso depende la salvación de nuestro departamento, es un llamado urgente al sector político, la sociedad civil y el sector productivo, a menos que queramos que el hombre caimán aborde la piragua en El Banco y se marche para otros lares quizá a fundar un nuevo departamento.
HALINISKY SANCHEZ M.
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