El Orlando que yo conocí, un camino humano sin fin
Por: Máximo Alemán Padilla
El abogado Julio Antonio Gill Muñoz, nacido en las entrañas del pueblo,
como humano consecuente, no podía hacer mejor equipo que con su familia,
amigos y colegas, para crear una organización que dé testimonio a
cerca de hombres y mujeres de la Depresión Mompoxina y el Caribe
colombiano, que han aportado a la sociedad con acciones positivas y han
dejado huellas indelebles en la historia regional, nacional e
internacional, por eso fundaron La Corporación Cultural Orlando Fals Borda.
Es un honor para mí participar en este reconocimiento a dos patrimonios
de nuestra cultura, apuntalados en el cielo y en la tierra, Orlando Fals
Borda y Totó la Mompoxina; más aun cuando me encuentro al lado de
eminentes personas como Gloria Triana Barón, Edgar Rey Sinning, General
(R) Manuel José Bonet Locarno, Oscar Arquez Van Stra-Stralhen, Jaime
Eduardo Rojas Mora, Julio Adán Hernández Montealegre, Gustavo Emilio
Centeno Rojas y Carlos Alberto Ramos Salas.
En esta ocasión voy a comentar algunos aspectos de la vida del Orlando
Fals Borda que yo conocí. Lo vi por primera vez en Mompox en 1978,
cuando yo cursaba el quinto de bachillerato en el Colegio Pinillos. Allí
realizamos en el mes de octubre el Primer Encuentro de Ex alumnos
Pinillistas. A partir de este evento, comenzó una amistad que perduró
hasta el último minuto de su existencia.
Él vino a La Valerosa a escribir la historia de la Costa; para ello,
contactó a los profesores Orlando Ramírez Román, Dora S. Serafinoff de
Ramírez, David Ernesto Peñas Galindo, Adolfo Pedroza Arias, Armando
Rodríguez Cunha, Jayson Galvis Pinillos, Enrique Altamar Valest, Oscar
Arquez, José Juvencio Dávila Mejía, Pablo Miranda de León, José Ignacio
Nieto Simanca, Gladys Beltrán de Arquez; a los médicos Víctor Serrano
Gómez, José María Dávila Peñas, Juan Antonio Pérez Rapalino, Luis E.
Toscano Arteaga, Raúl Arguelles Ochoa, Benjamín di Filippo Peñas,
Humberto de León Fonseca, Antonio Muñoz; a los señores Ernesto Jaramillo
Silva, Cecilia Jiménez de Silva, Oscar Pupo Daza, José María Pardo,
Matías Ribón, a los profesionales Gustavo Toscano Salas, Enrique Pacheco
Árquez y Miguel Borja Pérez, entre otros.
Lo acompañé en sus correrías investigativas por muchos pueblos de la
región y de Colombia, recogiendo datos orales de los protagonistas
directos, quienes nos narraban acontecimientos reales y maravillosos,
con el único compromiso que contará el milagro sin mencionar el santo.
De la misma manera lo seguí, a esculcar archivos de baúl de nonagenarios
en los que se escondían historias de amores, traiciones y
conspiraciones. Nunca pensé que de este proceso saliera La Historia
Doble de la Costa compuesta por cuatro libros.
En este periplo por pueblos, veredas, fincas y ciudades; viajamos en
canoas, chalupas, burros, a caballo, en tren y avión; durmiendo en
hamacas, trojas, mecedoras; a la luz de la luna y las estrellas, conocí
al ser humano más noble, sincero, generoso, humilde y genial de mi vida:
Orlando Fals Borda; referente obligado de toda aquella persona
inteligente que quiera saber: ¿Quiénes somos, de dónde venimos y para
dónde vamos?
En esta pesquisa enmarcada en la metodología de la Investigación Acción
Participativa, I.A.P., de su autoría, el acontecimiento que más
recuerdo y que realmente me conmocionó fue su encuentro con su hermano
Alfredo, en San Martín de Loba, en los primeros días del mes de
diciembre de 1978, después de un corto pero fructífero recorrido por la
región.
Ese día tomamos una chalupa en Mompox y nos dirigimos a El Banco, puerto
en las riveras del Magdalena, a dos horas y media; el río bajaba
turbulento, y se sentían “las escamosas mapanás y las vaheantes boas
seguidas de salamanquesas, iguanas y escorpiones, saltando de las ramas y
reptando por calles y vericuetos para posarse en la horqueta de una
casa, en el talón de un zapato o en el fondo de una múcura” como más
tarde Fals Borda lo afirmaría en: De vuelta a Mompox en compañía de
Candelario Obeso (El Mompoxino No. 1, julio 2006).
Yo lo observaba como
anotaba en su libreta y fotografiaba el paisaje para eternizar momentos
que se pasaban corriendo, como la brisa que le espolvoreaba el pelo de
sus 53 años y se llevó su “cachucha bacana”.
En el Banco, nos hospedamos en El Hotel Panorama. Buscamos luego, al
joven Miguel Chajín Flórez, inquieto y brillante sociólogo, quien nos
acompañaría a casa de profesores y personas conocedoras de la añeja y
reciente historia del Viejo Puerto, cuna del compositor y cantante José
Benito Barros Villalobos. Visitamos también al médico Tomás Torres
Lengua, quien nos contó acerca de la Masonería en Colombia y la logia de
El Banco. Al filo del medio día, almorzamos en la Mostacen, plaza de
comercio, restaurantes y jolgorio, en donde pasamos horas hablando con
la gente. De allí partimos al Malecón de la Catedral a visitar el
monumento a los mártires de La Humareda, batalla fluvial que se dio el
17 de junio de 1885. En uno de los costados del monumento se inmortaliza
Vargas Vila con su excelsa frase: “El Banco, puerto inmortal, tú
guardas las cenizas del más tremendo incendio, los despojos de la más
recia borrasca. Tú eres para la patria un altar de recuerdos y de gloria
y de enseñanzas sublimes. A ti vendrán las generaciones futuras, para
retemplar el patriotismo y cuando quieran aprender que: Sólo se es
esclavo si se quiere y si falta valor para morir”.
Seguimos en canoa con motor fuera de borda (un Jhonson) a San Martín
de Loba, por su brazo rebosante de agua y taruyas; los caseríos
parecían flotar con sus niños pipones, alegres y juguetones. Arrimamos
al Puerto de Comemiel y por un túnel de árboles abrazados en sus ramas,
caminamos hacia el pueblo, que apareció de pronto, con sus calles
onduladas, empedradas y casas de vivos y ardientes colores, como el sol
en los ojos de los niños. Llegamos a la casa del profesor Álvaro Mier,
quien emocionado nos dio la bienvenida, nos contó sus preocupaciones y
proyectos como líder popular y Coordinador del Comité Cívico de San
Martín. Él nos llevó a visitar a Cristóbal Cerpa, Luis Murallas,
Prudencio Vidales y otras personas. Nos contó también sobre la
politiquería en el municipio: “Aquí llega Raimundo Emiliani Román, alza
la bandera conservadora y eso es un chorro de gente. Llega Miguel Facio
Lince y habla con la bandera roja en la mano y eso es otro chorro. Pero
los nuevo líderes tienen que hablar con otros argumentos que lleguen
realmente a las masas y las convenza de actuar para el cambio y el
verdadero progreso” (Mompox y Loba, pág. 27 A. 1980).
-Cómo se pasa el tiempo!!, - dijo Argemiro Miranda Navarro, un muchacho
hermano de Aquiles Miranda, otro dirigente del Municipio que junto con
Juan Barros ya estaban curtidos en estas lides. Fals Borda espeta: -el
tiempo no se pasa, somos nosotros los que pasamos-.
Álvaro Mier quien era nuestro guía dijo: -Vamos a la casa de mi padre
Adolfo- Este personaje era músico y peluquero del pueblo; su vivienda
sobre una inmensa roca milenaria se empina frente a la piedra de
Palacin. Don Adolfo nos recibe con el mismo cariño de todas las personas
de la cultura anfibia y campesina de la comarca; se alegra mucho de
tener al frente a un sociólogo investigador.
-¿Cómo dijo?, ¿Fals? (Cuando se lo presentó Álvaro).
-Aquí hay un Fals, hijo de la Señora Ana Leonor Angulo. Él, es profesor y
es el esposo de Alberta, también educadora-. Dijo Don Adolfo.
-¿Cómo?- Responde Orlando, -y ¿Cómo hacemos para conocerlo?,
-Mañana lo llevo a su residencia- dice don Adolfo.
-No señor, ¡Vamos ahora!- responde Fals.
Fuimos casi corriendo, Álvaro con sus nudillos de la mano derecha golpeó
la puerta y salió Alfredo, Orlando le grito:
-¡¡¡Somos hermanos!!!–
Eran casi las 11 de la noche. Mientras tanto Orlando y Alfredo se
fundían en un fuerte y largo abrazo, como dándose lo que nunca antes se
habían dado. Nosotros solamente en silencio fuimos testigos de uno de
los más bellos y hermosos pasajes de la vida de los Fals.
martes, 4 de febrero de 2014
EN EL HOMENAJE A TOTO LA MOMPOXINA Y A FALS BORDA EN BARRANQUILLA
Maximo Aleman Padilla,
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ELADIO
a las
10:22:00 a.m.
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El Banco Magdalena:
Puerto sobre el Río Magdalena, fundado por José Domingo Ortíz, el 2 de febrero de 1680, donde habitaron los indígenas Chimilas. A la llegada de los españoles fueron sometidos y expropiados de sus tierras dando paso a la fundación conocida con el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de El Banco, elevado a la categoría de municipio en 1871.
Eladio Gil Moreno (egilmoreno@gmail.com)
Escribeme y enviame información para publicarla.
Eladio Gil Moreno (egilmoreno@gmail.com)
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