El Banco no es un municipio que ofrezca mayor interés para el
turista, a primera vista es el clásico pueblo costeño, polvoriento en
verano y anegado en invierno, por lo que es un puente para ir a Mompox, o
Chimichagua cuando vienes del sur. Por ello, pensábamos que en los días
de estadía: lunes y martes, en dicha población, la opción era leer y
dedicarnos a descansar,
Pero estábamos muy equivocados, es un
pueblo cargado de historia y se considera la capital mundial de la
cumbia, que se cree nació en esta población y remontó el rio magdalena
hasta Barranquilla para luego volverse internacional, llegar al Perú y
la Méjico, que la consideran, con adaptaciones como propia. En esta
población se celebra el festival nacional de la cumbia José Barros
Palomino, durante cuatro días entre junio y julio, sobre un escenario
que se monta en el muelle fluvial sobre la confluencia del río cesar con
el río Magdalena, un espectáculo que desafortunadamente no hemos podido
disfrutar.
Allí está la casa museo del maestro de la cumbia
José Barros Palomino, un sitio en el que se pueden observar enmarcadas
las principales obras de este compositor, entre las que se destacan la
piragua, el pescador y pesares. Su hija que dirige y conserva el lugar,
nos recibió muy amablemente, nos abrió las puertas del museo y nos habló
largamente sobre la herencia musical de su padre, su vida y su profunda
relación con el municipio en el que nació: el Banco, sus viajes, sus
mujeres y sus hijos.
Una interesante historia, contada por una
mujer que está empeñada en que la memoria de su padre, siga viva y se
transmita a futuras generaciones.
Al recorrer sus calles de
las partes altas, donde se encuentra la zona rosa y varios edificios
gubernamentales, sus barrios residenciales, empezamos a darnos cuenta
que el Banco, más allá de nuestra primera impresión no era un pueblo
polvoriento o anegado más de la costa. Calles adoquinadas, edificios con
trazos de una arquitectura republicana, casonas de formas repujadas,
nos proyectaban a esa Barranquilla tradicional del Barrio el Prado, con
alamedas y casas de preciosa arquitectura y no a un pueblo de ranchos y
calles arenosas.
Existe pobreza y ranchos, no se puede negar,
pero una amplia parte del pueblo, conserva esa magnificencia de los
barrios señoriales de ciudades como Cartagena y Barranquilla. Otro
atractivo es el muelle que enmarcado por la catedral de la población y
el monumento a los héroes de la batalla humareda y los edificios
circunvecinos, constituye una hermosa postal que es la carta de
presentación del municipio. En este lugar queda un hotel que se llama
Panorama y que tiene un bar al aire libre que dé contra un malecón que
circunda al rio desde el muelle.
Allí pasamos muchas horas,
entre cervezas y butifarras, escuchando cumbias que pedíamos
expresamente, porque el vallenato primaba, observando a lo lejos el rio
cesar y una poderosa curva dada por el Magdalena en su desembocadura,
que obliga a los grandes cargueros que bajaban o remontaban el rio a
frenar su marcha y dar la curva en una lenta y riesgosa operación.
Planchones gigantescos que bajaban con petróleo o que subían cargados de
automóviles y otros cargamentos importados y que jamás imaginé podrían
navegar por el rio, Eran buques de tres o cuatro pisos, que remontaban
largos convoyes como un tren y que a lo lejos generaban una imagen
irrepetible de la conquista del hombre sobre las aguas.
El
rio cesar descargaba incesantemente ramas, arboles enteros, despojos
vegetales y era común ver bajar troncos o ramas con una garza parada
tranquilamente, en un paisaje barroco, teñido del verde de la
vegetación, el color oscuro de las aguas revueltas y el blanco de las
aves. Veíamos bandadas de aves pasar por el rio, lanzarse en picada
para pescar o descender para posarse en los troncos flotantes.
De noche la luna gigante arriba del rio, la intensidad de las luces de
la catedral proyectadas sobre el agua y el brillo de las aguas del rio,
generaban un caleidoscopio de sombras y fulgores que nos hacía pasar
minutos en silencio observando y viendo como cambiaban sombras y luces
en un remolino de fulgores y destellos.
A veces la luna
parecía despedir un rayo que partía el rio en dos, en ocasiones se
reflejaba como un blanco manto y pronto una carga entre negra y blanca
como grava burbujeante pasaba frente a nosotros cuando la luna se
escondía y cedía su lugar a las luces de la catedral reflejadas sobre el
rio.
Por ello el Banco, que era solo una parada, un lugar obligatorio, se convirtió en un sitio que llevaremos en nuestro corazón.
Tomado de: Viajeros.Com
martes, 14 de mayo de 2013
Conociendo el banco magdalena
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ELADIO
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El Banco Magdalena:
Puerto sobre el Río Magdalena, fundado por José Domingo Ortíz, el 2 de febrero de 1680, donde habitaron los indígenas Chimilas. A la llegada de los españoles fueron sometidos y expropiados de sus tierras dando paso a la fundación conocida con el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de El Banco, elevado a la categoría de municipio en 1871.
Eladio Gil Moreno (egilmoreno@gmail.com)
Escribeme y enviame información para publicarla.
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